No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera yo os
hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino.
Le dijo Tomás: Señor no sabemos a dónde vas; ¿cómo pues podemos saber
el camino?
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene
al Padre, sino por mí.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues dices
tú: Muéstranos al Padre?
¿No creéis que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?
Las palabras que yo os hablo no las hablo por mi propia cuenta, sino
que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mí; de otra manera
creedme por las mismas obras.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo
hago, él las hará también y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. (Juan 14:1-13)
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