VANESSA NARVÁEZ PERALTA
Resiliencia.org
Una parte
considerable del malestar que experimentamos en nuestras relaciones con los
demás proviene de no respetar una sencilla máxima: cada ser humano tiene
derecho a vivir su vida de la forma que le parezca más adecuada.
Aunque el concepto
de libre albedrío viene de antiguo, muchas personas no acaban de creer en su
significado y viven con la sensación de no poder decidir sobre sus vidas. Esto
las conduce a dejarse llevar por una corriente contra la que no se sienten
capaces de luchar, de forma que toman sus decisiones en función de fuerzas
externas como la opinión de los demás, su religión o incluso las leyes del
mercado.
El problema se
agrava cuando estas personas no sólo coartan su propia libertad, sino que
además se esfuerzan por dirigir la vida de los que les rodean exigiendo que
los demás que cumplan sus expectativas y
molestándose cuando éstos no lo consiguen. Un ejemplo de este intento de
control se da a menudo en las relaciones conyugales en que uno de los miembros
de la pareja alberga la secreta esperanza de que con el tiempo logrará moldear
la personalidad del otro, descubriendo con los años que lo único que ha
conseguido son unas cuantas canas de más y varias discusiones sin sentido.
Resulta interesante
intentar comprender de donde proviene esta necesidad de controlar a los demás.
A veces esta motivación nace de una profunda inseguridad en uno mismo: el ver
que existen estilos de vida distintos al nuestro nos hace dudar de nuestra
elección, de forma que nos resulta menos desestabilizador intentar que la otra
persona cambie que replantearnos nuestra elección. Otras veces se trata de
casos de baja tolerancia a la frustración: a las personas con esta
característica les cuesta muchísimo soportar que las cosas no sean como ellas
quieren, por lo que intentan por todos los medios posibles que los demás se
adapten a sus necesidades.
La razón por la
cual los intentos de cambiar a los demás no suelen surtir efecto es que por
mucho que intentemos negarlo, la libertad individual continúa existiendo. Esto
significa que a pesar de las pataletas de nuestros allegados las personas no
cambiamos a no ser que decidamos hacerlo.
Es necesario
puntualizar que respetar la libertad de los demás no implica tener que aguantar
pasivamente conductas que atenten contra nuestros intereses. Nosotros, igual
que la otra persona, tenemos el derecho a decidir con quien queremos
relacionarnos, cómo lo hacemos, qué conductas estamos dispuestos a tolerar y
ante cuáles preferimos romper el contacto.
ES CUESTIÓN DE
HUMILDAD
Reconocer y
respetar la libertad individual de los demás constituye un acto de madurez,
humildad y generosidad. De madurez porque implica aceptar que la realidad no
siempre tiene por que encajar con nuestros deseos sin que esto suponga un drama
inasumible. De humildad porque significa dejar de creer que nuestra manera de
ver las cosas y actuar es la ideal y debe constituir un modelo a imitar para
los que nos rodean. Finalmente, decimos que también es un acto de generosidad
porque otorga al otro ser humano la dignidad y responsabilidad que merece.
Una de las
características que nos hace humanos es la conciencia de que existimos y de que
podemos elegir cómo hacerlo. Por muy difícil que se presente una situación el
ser humano siempre tiene la libertad de decidir cómo afrontarla íntimamente.
Mediante la fuerza es posible obligar a una persona a decir o hacer algo, pero
no a creer o pensar de forma distinta a como lo hace.
La experiencia nos
enseña que los cambios humanos profundos nunca se producen como una respuesta
pasiva ante presiones externas, de manera que resulta más saludable aceptar que
los demás realizarán los cambios que deseen según su propio ritmo y no el
nuestro. Esto, lejos de ser un problema, es lo que hace a estos cambios y a los
seres que deciden emprenderlos realmente especiales.
(S.O.S te recomienda la página de: http://www.resiliencia.org)
(S.O.S te recomienda la página de: http://www.resiliencia.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí se ejerce la libertad de expresión, deja tu comentario, no tenemos censura.