jueves, 27 de diciembre de 2012

DE POSTAL: Entre poesía y vivencias

La Plaza Manuel Acuña es un punto de reunión
para los hombres de la tercera edad.

Un sinfín de historias se cuenta en la Plaza Manuel Acuña

POR EDUARDO SANTOS
¿De cuántas historias será testigo la Plaza Manuel Acuña? Son tantas las charlas entre los hombres de cabello cano que se reúnen ahí. Se escuchan risas, se ven caras de nostalgia, quizá tristeza, pero es aquí donde encuentran a un amigo que invariablemente los escucha.
La Plaza Manuel Acuña es ya por tradición un punto donde los hombres de la tercera edad se sientan a platicar apenas se asoma el sol.
Ahí se ve al bolero ávido de dar grasa a cualquier zapato que se deje, por otro lado se encuentra un grupo de músicos poniéndose de acuerdo para comenzar la jornada.
Un ciego pasa por en medio de la plaza con un bastón pidiendo caridad como queriendo recordar un poema de Manuel Acuña llamado “Una Limosna”.
“¡Yo tengo hambre! ¡Yo tengo hambre! por piedad ¡Una limosna!”; atrás de aquel hombre vigila la plaza el ángel, monumento al eximo poeta saltillense.
Entre las jardineras se encuentra una solitaria y “pobre flor”, quizá parecida a la de aquella memorable poesía en la que Acuña preguntaba: “¿Por qué te miro así tan abatida, pobre flor? ¿En dónde están las galas de tu vida y el color? Dime, ¿por qué tan triste te consumes, dulce bien?”
La Plaza Manuel Acuña es desde 1885 propiedad de Saltillo, pues antes su dueño era don Marcelino Garza, un comerciante que regaló el predio al Ayuntamiento.
En un principio era un jardín, don Marcelino Garza lo mandó construir y después que donó el predio se le dio el nombre de Plaza de los Hombres Ilustres, cambiado más tarde a Plaza Manuel Acuña.
En el lugar se erigió una estatua en homenaje al poeta saltillense, el Gobierno del Estado ordenó su hechura y este monumento que se encuentra frente a la calle de Aldama fue esculpido por Jesús Contreras.
En un tiempo el ángel permaneció en la Alameda Zaragoza, sin embargo a finales de la década de los noventa, la estatua regresó a su lugar de origen, a la Plaza Manuel Acuña, dándole un toque poético a este sitio.

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