miércoles, 6 de octubre de 2010

Limonada sabor naranja

POR FRAGOLE DI LE FORBICI

Decidí ir a cenar a Sanborns, por todo el prestigio que es alimentarse en ese lugar, lleno de gente fina y educada.

La imagen del restaurante me sorprendió, es un sitio cómodo en el que uno puede pasar horas disfrutando de una buena conversación.

¿Fumadores o no fumadores? Fue la pregunta de la mesera y en seguida decidí comer al aire libre.

¿Algo de tomar? Pues una limonada, respondí… después de diez minutos en los que vi pasar automóviles de todas marcas y modelos, llegó mi limonada, por cierto, sabía a naranja insípida, ¡era naranjada!

Pedí el platillo, una ensalada con pollo; me bebí toda mi limonada sabor naranja y la orden no llegaba.

Minutos más tarde ahí estaba la mesera, con una sonrisa disculpándose por la tardanza y me sirvió la ensalada, no con pollo, con atún, ¡se volvió a equivocar!

Como no soy gente de pleito, preferí no reclamar, aunque estaba en todo mi derecho, sólo sonreí y decidí pedir una naranjada, a ver si de casualidad me traían limonada.

Los minutos transcurrieron, los meseros pasaron y mi mesera igual, pero no se acordó de mi naranjada hasta después de 20 minutos.

La chica apareció, amable, como siempre, me sirvió mi naranjada “sabor naranja”, ¡chalupa y buenas!

Al ver la cuenta, extrañé los tacos del centro, donde si sirven limonada sabor limón y donde el pollo sabe a pollo, no a atún.

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